[39] (1) Mientras se detiene unos días en Vesontio para el aprovisionamiento de trigo y otros suministros, a raíz de las averiguaciones de nuestros soldados y de los rumores de los galos y de los mercaderes que aseguraban que los germanos eran hombres de gran estatura y de increíble valor y destreza con las armas (decían que habiéndose enfrentado a ellos en numerosas ocasiones no habían podido siquiera resistir su expresión fiera ni su penetrante mirada), tan gran temor invadió de pronto a todo el ejército que trastornó en buena medida las mentes y espíritus de todos.(2) Este miedo nació primero entre los tribunos militares, los prefectos y los otros que, habiendo acompañado a César desde Roma para cultivar su amistad, no tenían mucha experiencia en asuntos militares; (3) alegando cada uno de ellos distintas razones por las que les resultaba imprescindible marcharse, pedían que se les dejase partir con el beneplácito de César; algunos, llevados por el pudor, para evitar la sospecha de que tenían miedo, se quedaban. (4) Estos no eran capaces ni de disimular ni de contener las lágrimas: ocultos en las tiendas, o bien deploraban su destino o se lamentaban del peligro común con sus allegados. En todo el campamento no dejaban de firmarse testamentos.

 Cayo Julio César  Guerra de las Galias I, 39, 1-4

 

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Antología De Bello Gallico