Pues bien, el Amor, como hijo que es de Poro y de Penía, ha quedado de esta suerte: lo primero, es siempre pobre y dista mucho de ser delicado y hermoso, como se figura la mayoría, sino que es duro [203d] y reseco, descalzo y sin casa, echado en el suelo sin nada con que cubrirse, durmiendo al raso junto a las puertas y en los caminos, ya que tiene la naturaleza de su madre, perenne compañero de la necesidad. Mas, por otro lado, según la condición de su padre, anda al acecho de los bellos y de los buenos, mostrándose valiente y atrevido, siempre dispuesto, hábil cazador, tramando siempre alguna argucia, ansioso de saber y fértil en recursos, filosofando durante toda su vida, hechicero temible, fabricante de pócimas y sofista. [203e] Y no es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en un mismo día tan pronto florece y vive, cuando tiene abundancia, como muere después, pero de nuevo revive gracias a la naturaleza de su padre, aunque lo que va consiguiendo se le escapa sin cesar; de modo que el Amor ni se ve nunca sin recursos ni llega a ser rico y está a medio camino entre la sabiduría y la ignorancia.

Platón Banquete 203  c-e

 

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