[1.8.20] Los carros corrían, unos por entre los mismos enemigos, otros también entre los griegos, sin conductor. Los soldados, viéndolos venir, abrían hueco. Alguno hubo que fue arrollado tras quedarse pasmado como si estuviera en el hipódromo; pero dijeron que ni siquiera a este le pasó nada, aunque sí hubo algún herido de flecha en el flanco izquierdo.

Jenofonte  Anábasis I, 8, 20

 

  

      Texto griego     

Antología de la Anábasis

       

 

  Traducción literal

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