V

Vivamos, Lesbia mía, y amemos,

y los rumores de los viejos severos

a todos démosles el valor de un as.

Los soles pueden ponerse y regresar;

para nosotros, cuando de una vez muere la breve luz,

una noche perpetua ha de ser dormida.

Dame mil besos, luego cien,

luego otros mil, luego cien que les sigan,

luego hasta otros mil, luego cien.

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Luego, cuando hayamos hecho muchos miles,

los embrollaremos, para que no sepamos,

o ningún malvado pueda echar mal de ojo,

cuando sepa que es  tanto de besos.

Catulo, Poemas, 5

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