Es llenada la ciudad y el propio comicio con tribunos, con centuriones, con reenganchados. Todos los amigos de los cónsules, los partidarios de Pompeyo y de aquellos que viejas enemistades con César mantenían son empujados al Senado; con cuyas voces y multitud son aterrorizados los más debiles, los indecisos con afianzados, y a la mayoría ciertamente de decidir libremente les es arrebatada la posibilidad. Cayo Julio César Guerra Civil I, 3, 88
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