[III 93] Pero nuestros soldados, una vez dada la señal, al acometer con las lanzas preparadas y darse cuenta de que los pompeyanos no avanzaban, adiestrados por la experiencia y entrenados en anteriores combates, por iniciativa propia aflojaron el paso y casi a mitad de camino se detuvieron, para no llegar sin fuerzas, y, tras dejar pasar algo de tiempo y reemprender la carrera, arrojaron las lanzas y rápidamente, como había sido mandado por César, empuñaron las espadas. Cayo Julio César Guerra Civil III, 93.1 |
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