[1.5.3] Nadie pudo atrapar un avestruz: los jinetes que intentaron alcanzarlos desistían pronto, ya que les sacaban mucha ventaja, sirviéndose para la carrera de las patas y de las alas, que extendían como la vela de un barco. <...> Jenofonte Anábasis I 5, 3 |
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