[2.6.11] Así pues, en los momentos de peligro los soldados preferían seguir ciegamente sus órdenes y no las de otro. <...> [2.6.12] pero en cuanto salían del peligro y se presentaba la ocasión de ir a ponerse bajo el mando de otro , muchos lo abandonaban. Y es que no tenía agrado, sino que era siempre duro y cruel: así, los soldados se comportaban ante él como los niños ante el maestro. [2.6.13] Ciertamente, nunca tenía quien le siguiese por amistad o por simpatía <...> [2.6.15] Así era a la hora de ejercer el mando: a ser mandado por otros no estaba de ninguna manera dispuesto, según se decía. Cuando murió tenía unos cincuenta años. |
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Jenofonte Anábasis II 6, 11-15 passim
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