¿Por qué disprosio?
Etimología de los elementos de la tabla
periódica.
Antonio
Sánchez Rodríguez
La tabla periódica encierra un resumen de nuestra historia, un paseo
por nuestra geografía, recuerdos
mitológicos, influencias de culturas que convivieron durante siglos, aunque
ahora pueda dar la impresión de que siempre han estado separadas, y ofrece,
ante todo, un ejemplo palpable de colaboración universal para encontrar, nunca
mejor dicho, los elementos que unen a
toda la humanidad.
La lupa con la que estudiaremos más de cerca ese tapiz de lenguas, nombres y
lugares será la etimología, la arqueología de la palabra y del concepto que se
encierra en ella.
Durante siglos se ha considerado al
griego y al latín com la base, a la vez que la cumbre, de los estudios llamados
humanísticos.
También se reconoce la importancia de
los griegos y romanos en la creación de ese otro patrimonio universal que es el método científico.
La tabla periódica nos
ofrece un perfecto ejemplo de unidad de ambas concepciones, que en la
antigüedad nunca estuvieron separadas. Palabras griegas y latinas (o
helenizadas y latinizadas) resaltan en sus casillas como las ruinas milenarias
rodeadas por edificios más recientes, incrustadas en las sucesivas
costrucciones y no sólo resulta
imposible asegurar desde cuándo estan ahí, sino que ellos mismos sirven para
nombrar los períodos históricos: hablamos de la edad del hierro como de la
cultura del vaso campaniforme.
Puesto que en Europa la historia
escrita comienza con Grecia y Roma, las lenguas romances, y el castellano entre
ellas, han heredado directamente del latín y
del griego los nombres de los
elementos o de los compuestos en que predominan, conocidos desde tiempos
inmemoriales:
Hierro,
de ferrum, de donde proviene el
símblo Fe.
Oro,
de aurum, con símbolo Au.
Plomo,
de plumbum, con símbolo Pb.
Estaño,
de stannum, con símbolo Sn.
El cobre debe su nombre a la isla de Chipre, de
donde se extraía ya en tiempos prehistóricos. Se le llamó en griego bronce de
Chipre, khalkós kyprios y de la forma
latina, aes cuprium, tomó el símbolo Cu.
La plata tomó nombre del adjetivo plattus, del latín medieval, ancho, aplanado, (tomado en última
instancia del griego platys, de
idéntico significado) que se sustantivó para referirse a cualquier objeto
aplanado (de ahí plato y chato). Se utilizó para nombrar
específicamente los lingotes del metal que los romanos habían llamado argentum ( por eso el símbolo Ag).
El platino,
descubierto por los conquistadores españoles sería llamado
así por su semejanza con la plata.
El mercurio se conoció en Grecia como
hydrárgyros o agua de plata y se latinizó como Hydrargyrum,
lo que explica que su símbolo sea Hg.
Con el paso del tiempo adoptó el nombre de Mercurio, el dios mensajero al que
es comparable por su movilidad. El inglés quicksilver o plata lista y el francés vif-argent, plata astuta aluden
también a esta cualidad.
El nombre del azufre se ha mantenido desde el
latino sulfur, al igual que el carbono, de Carbo,
carbón vegetal.
El calcio tomó su nombre de la
palabra latina calx, que designaba la
cal o carbonato cálcico.
De alumen,
alumbre (sal usada como astringente y en tinturas) tomó su nombre el aluminio.
De silex,
pedernal, se creó silicio.
El antimonio pasó al griego (¿desde el
egipcio?) como stíbi y de ahí al latín
como stibium, para nombrar al
colorete de antimonio, con el que las mujeres se daban sombra de ojos ya en el
antiguo Egipto. La forma antimonium
se formó en latín medieval por etimología popular como adaptación del árabe at-timud, con el mismo
significado, y no tiene relación con las raíces griegas anti- (en contra de, en vez de)
ni mono- (uno solo).
El arsénico se
remonta al persa, zarnik, oro, por su
color amarillo. Del persa pasó al arameo, y de éste al árabe como al-zarnîk.
Los griegos lo transformaron por etimología popular en arsenikón, masculino,varonil,
lo que parecía encajar son su potencia como veneno. Al latín pasó como arsenicum, y de ahí al castellano.
El latín permaneció durante
siglos como lingua franca usada por los
científicos, que no dejaron de recurrir a él para dar nombre a los nuevos
elementos que iban descubriendo.
La fluorita o fluorina ( de ahí su nombre en inglés) se
utilizaba en los altos hornos como fundente, para facilitar el flujo (en latín,
fluor) de las escorias. Flúor
significa, por tanto, flujo de un líquido.
Cuando comenzaron a hacerse análisis espectroscópicos a los elementos,
se apreciaban en muchos de ellos llamativos colores, que sirvieron para
denominar al rubidio
( de rubidus, rojo oscuro, de
donde proceden también los adjetivos rubio y rubicundo) y al cesio (de caesius,
azul celeste o verdemar) .
El radio debe su nombre a su
capacidad para emitir “rayos” (radius, rayo de luz), es decir,
radiaciones, no rayos como los que arrojaba a los impíos el dios Júpiter ( en
latín fulmen, de donde deriva fulminar).
El radón,
como derivado que es del radio, tomó de éste su nombre, aunque durante algún
tiempo se le llamó nitón ( del latín niteo,
brillar) porque en compuestos sólidos emite una luz amarillenta.
Los nombres latinos de países,
continentes, ciudades e incluso algún río fueron heredados por los elementos
químicos:
El germanio, por Germania, la Europa central de época romana; scandio, por Scandia , ya que la euxenita y la gadolinita no se encuentran más
que en Escandinavia y en ellas se descubrió este elemento; lutecio, por Lutetia (París) pues fue
aislado por primera vez por un francés y hafnio, por Hafnia
(Copenhague) por motivos semejantes; renio, por Rhenus,
el Rin, pues lo presentaron en sociedad tres científicos alemanes. El galio,
por la Galia, conquistada por César
(aunque quizá el nombre de este elemento encierre un guiño personalista y no
sea sino el de su propio descubridor Lecoq, que significa el gallo, en latín gallus).
También el griego conservó su
aureola como lengua del pensamiento y
siguió siendo muy utilizado para bautizar elementos:
El oxígeno, de oxys,
ácido y gennao, engendrar, pues el oxígeno origina los
ácidos; y el
hidrógeno, de hydor, agua y gennao,
engendrar, ya que junto al oxígeno compone el agua.
Fósforo,
de phos, luz, y phero, llevar. Al oxidarse produce luz; litio, de lithos,
piedra porque se descubrió a partir
de un mineral.
Berilio, de béryllos,
berilo, pues fue descubierto en un
óxido frecuente en berilos y amatistas.
Magnesio y manganeso, de Magnesia, nombre de varias
ciudades de Grecia y de Asia Menor. En esta última se obtenía la magnés lithos o piedra de magnesia, la magnetita, de la que luego
se aislaron estos elementos. El segundo de ellos se debe a una mala
pronunciación que en francés dio lugar
a manganèse, en vez de magnèse.
Molibdeno,
del mineral llamado molibdenita, y éste de molybdaina,
trozo de plomo.
Helio, de helios,
sol. El astrónomo Pierre-Jules-César Janssen supuso la existencia del helio al contemplar
un eclipse solar y descubrir en el espectro del sol una delgada franja
amarilla. Norman Lockyer comprendió que se trataba de un nuevo elemento al que
bautizó con el nombre griego del sol.
Tulio, por
Thyle, nombre semifabuloso que
los griegos dieron a las más lejanas tierras del norte. El Tulio fue
descubierto en Suecia.
Tecnecio,
de tekhnetós,
artificial, porque fue el primero
fabricado en laboratorio, en 1937.
Astato,
de ástatos,
inestable. Efectivamente, lo es, y
mucho.
Actinio, de aktís,
rayo, por sus cualidades radiactivas.
Protactinio antepone el prefijo próto-,
primero . Es inestable y se descompone en actinio y una partícula alfa
ocupando, por tanto, el primer lugar en la descomposición del uranio al
actinio. Durante un tiempo se le llamó brevio
por la cortedad de su vida media.
Lantano, de lantháno,
estar oculto. Se obtuvo de una tierra que ya recibió ese nombre.
Disprosio, de dysprositós,
inaccesible, difícil de alcanzar. Paul-Emile Lecoq de
Boisbaudran (el que bautizó al galio)
descubrió en 1886 una pequeña cantidad de óxido de disprosio como parte del mineral erbia, pero su
aislamiento en estado puro se retrasó más de sesenta años.
Bario debe su nombre a la baritina, llamada así
del griego barýs, pesado. Se llamaba a la barita tierra pesada, aunque paradógicamente el
bario es ligero.
Osmio, de osmé,
olor, porque sus óxidos huelen fuertemente y el bromo de brómos, mal olor, puesto que al hacerse fluido
emite vapores tóxicos de olor desagradable.
A sus colores deben su nombre el cromo,
de khróma,
color, porque todas sus sales son de
colores. Cloro,
de khlorós,
de color verde pálido; yodo,
de iodés, violáceo (de íon, violeta)
por tomar ese color cuando se
volatiliza, a temperatura ambiente; rodio, de rhódon,
rosa por el color de sus sales
disueltas en agua; talio, de thállos,
tallo (heredado en castellano a
través del latín) por las franjas verdes de su espectro, como el indio,
por la brillante línea de color índigo. En griego Indós designa tanto al río
Indo como a los habitante de esa región (como a los iberos por el Íberos, el Ebro). En latín se llamó indicus al color añil que procedía de la
India.
Praseodimio y neodimio
comparten raíz e historia. Mosander llamó en 1841 didimio, de dídymos, gemelo a un nuevo elemento por considerarlo el inseparable hermano
gemelo del lantano. Cuarenta y cuatro años después Auer von Welsbach demostró
que el didimio era una combinación de dos elementos, a los que llamó neodimio,
de néos, nuevo y praseodimio, de prasios, verde.
Cuando Ramsay y Travers descubrieron los gases nobles (“nobles”,
porque no se mezclan con nadie) dieron a cada uno según sus cualidades un
nombre de origen griego: neón, de néos,
nuevo; argón, de árgos inactivo, pues además de ser inodoro, incoloro e insípido no interactúa con
otros elementos. El criptón, de kryptós,
oculto, escondido y el xenón,
de xénos, extraño, desconocido, ya
que se encuentran en el aire en
proporciones escasísimas.
Especialmente fecunda ha sido la
influencia de la mitología, sobre todo la griega, que ha dejado en la tabla
periódica tantas huellas como en la pintura, la literatura, la escultura o la
música:
Uranio, por Urano, dios del cielo, que dio
nombre también al planeta descubierto unos pocos años antes que el elemento, en
1781.
Neptunio, por Neptuno, dios del mar llamado así en
latín y Poseidón en griego.
Plutonio, por Plutón, sobrenombre eufemístico que los griegos dieron a Hades, el dios que
habita el mundo subterráneo reinando sobre los muertos. Plutón significa el Rico (cf. plutócrata) pues a él pertenecen todos los tesoros que oculta la
tierra. Con ese nombre pasó a la mitología romana y con el paso de los siglos
se le adjudicó un planeta.
El descubrimiento del paladio
coincidió con el del asteroide al que se llamó Palas, por Palas Atena, la diosa
griega de la inteligencia aplicada a cualquier arte o ciencia. Y algo parecido
sucedió con el cerio: el asteroide Ceres fue descubierto dos años antes que el elmento y
tomó su nombre de la diosa latina encargada de la fertilidad de la tierra,
Ceres (de ahí cereal). Su nombre en griego es Démeter y lo griegos, claro está,
siguen utilizando los nombres de sus propios dioses antiguos para referirse a
los planetas y a los elmentos químicos, aunque ya no a los días de la semana, de
modo que no hablan de misiones a Marte, sino a Ares, ni de exploraciones de
Júpiter, sino de Zeus.
El iridio, por Iris, mensajera de los
dioses, que cuando ha de bajar a la tierra
a llevar algún recado extiende el el arco al que da nombre y se sirve de
él como de una escalera mecánica. El espectro del iridio muestra colores
variados y vivos.
El titanio, por los titanes, hijos de
Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Eran inmortales y prácticamente
indestructibles, de modo que cuando los
dioses olímpicos los derrotaron los encadenaron vivos en el Tártaro. Uno de
ellos, Encélado permanece sepultado bajo el Etna, al que hace extremecerse de
vez en cuando. El más conocido entre los titanes es probablemnte Prometeo, que
robó el fuego a los dioses para darlo a los hombres y favorecer su progreso. El
promecio
tomó de él su nombre porque forma sales resplandecientes como si ardiesen. En
cuanto al pobre Prometeo, sufrió el
castigo divino quedando encadenado en el Cáucaso, donde el el águila de Zeus
venía cada mañana a devorarle el hígado, que le crecía por la noche, hasta que
fue liberado por Heracles.
El europio, por Europa, joven fenicia
a quien Zeus raptó, transformado en un hermoso toro blanco, trayéndosela al otro lado del mar, a lo que hoy es
Europa. Su hermano Cadmo fue enviado por su padre en busca de la muchacha con
orden de no regresar sin ella, y al no encontrarla acabó fundando la ciudad de
Tebas e instalándose en Grecia, a la que trajo el alfabeto que se usaba en su
tierra, Fenicia. Los griegos llamaban Kadmeía
lýthos o piedra cadmea a la
calamina (de la cual se depuró el cadmio) porque se extraía cerca de Tebas, en Tesalia.
El tantalio, por Tántalo, un hombre
tan rico que los dioses lo invitaban a sus banquetes, pero tan necio como para
revelar a los mortales lo que allí se cotilleaba, o incluso intentar robar néctar y ambrosía, bebidas exclusivas de
los inmortales. Fue condenado en el Hades a estar sumergido en un río pero sin
poder beber, pues el agua descendía cada vez que él se inclinaba para tomarla,
ni comer, pues el manzano que tenía ante sí alargaba su tronco cada vez que el
infeliz trataba de coger una manzana. El tantalio no es atacado por los ácidos,
es decir, no le entra ningún líquido, como al pobre Tántalo. Su hija Níobe fue
famosa por haber visto morir a sus nueve hijos y nueve hijas bajo las flechas
de Apolo y Ártemis, pues la desdichada se atrevió a jactarse de su fecundidad
ante Leto, la irascible madre de los hermanos arqueros. Su incesante llanto la
hizo convertirse en una roca de la que manba una fuente. A ella debe su nombre
el niobio,
cuyas características le hacen estar muy próximo al tantalio.
Nombres mitológicos, aunque esta vez
provenientes de las leyendas escandinavas, recibieron el torio, de Thor, dios de la guerra
y el vanadio,
por el bello colorido de sus compuestos, de Vanadis, diosa de la belleza.
La influencia de las lenguas clásicas
ha sido, como hemos visto, la predominante. Pero no ha sido la única.
Del persa zargûn, del color del oro se obtuvo el nombre
para el circonio,
pasando por el árabe zarkûn, circón
(Zr(SiO)4). Aunque arabizado como burah, salitre y después latinizado, también boro es de origen persa, burah.
Del alemán, con campechano sentido del
humor, proceden los nombres del cobalto, a partir de kobalt, variante de kobold,
gnomo, duende, pues los mineros achacaban
a éstos la broma de cambiar la plata en cobalto, considerado entonces poco
valioso, para molestarles; el del níquel, de Nickel,
algo así como Nicolasillo,
hipocorístico despectivo usado igualmente por los mineros que al buscar el
cobre se topaban con la nicolita, a la
que llamaron por considerarla de poco valor kopparnickel,
cobre de Nicolasillo; el del Zinc, a partir del alto alemán zink, de zinke, punta aguda, por
la forma que adoptaba al depositarse en los altos hornos; el volframio
parece deber su nombre al al compuesto wolfram,
suciedad o espumarajo de lobo, esta vez bautizado por los mineros a los que estropeaba la fusión del estaño.
Su nombre alternativo proviene del sueco tung
sten, piedra pesada, porque se
obtenía de la volframita, que lo es. Sin embargo los propios suecos lo llaman volfram.
Al potasio se
le dio nombre a partir del de la potasa (K2CO3) en
alemán pottasche, ceniza de puchero, por su aspecto. El simbolo K se
debe al en última instancia al árabe qilî
o qalî, álcali, sosa, latinizado
como kalium.
En cuanto al Bismuto suele darse por bueno que
procede de Weisse Masse, materia blanca, aunque
podría renmontarse a un compuesto de wiese,
prado, y el verbo muten, aspirar, desear,
con el sentido de aspirar a una concesión minera, ya que fue en la localidad
bohemia de Wiesen (literalmente, Los prados) donde se extrajo por primera
vez.
Por el lugar en que se descubrieron recibieron su nombre un
buen número de elementos.
En Ytterby, cerca de Estocolmo, se halla un depósito de
numerosos minerales raros. De la iterbita se separaron sucesivamente el itrio, el erbio, el terbio y finalmente el iterbio. El estroncio se llamó así por haberse obtenido de la strontinita, de la
ciudad escocesa de Strontian.
El primero en
llevar el nombre dela patria de su descubridor fue el rutenio, por Rutenia, una región de Ucrania.Vinieron
despúes el polonio,
hallazgo de Mme. Curie, y el francio.
El prurito nacionalista creció en los
tiempos de la posguerra y la guerra fría: los americanos descubrieron el americio
(en Chicago), el californio y el berkelio (en la universidad de Berkeley,
California) y los rusos el dubnio (Dubna, cerca de Moscú, es la sede del principal centro de investigación nuclear en Rusia).
En cuanto al hábito de traspasar a
los elementos nombres de personas, sobre todo de científicos, se inició con el samario,
descubierto en un mineral
previamente llamado samarskita
en homenaje de un tal coronel Samarski, oficial de minas ruso. Lo mismo
ocurrió después con el gadolinio, separado de la gadolinita, así
llamada en honor de Gadolin, el químico finlandés descubridor del itrio.
Con el tiempo se hizo costumbre
homenajear a los científicos dedicándoles el nombre de un elemento químico y
así nacieron el curio
(1944), el einstenio y el fermio (1952) hallado entre los restos de una
explosión termonuclear; el mendelevio (1955), el nobelio (1958), el lawrencio
(1961) en honor del descubridor del ciclotrón; el rutherfordio (1969), el seaborgio
(1974) dedicado, por primera vez a un hombre vivo, al premio Nobel que participó en el descubrimiento de los
elementos 93 a 102; el bohrio (1981); el meitnerio (1982) en recuerdo del
austriaco Lise Meitner, codescubridor del protactinio, que se negó a trabajar
en la bomba atómica. Por último el hassio plantea , pese a lo reciente de su
descubrimiento, la controversia entre quienes lo hacen derivar de Hassia (nombre latino de Hesse, donde
fue descubierto) y quienes aseguran que etá dedicado a Henri Hasse.
En estos tiempos de revival se
adopta en inglés, la nueva lingua franca de la ciencia, la terminación -um/-ium
(en castellano -o/-io) que hace que los
nombres de la tabla periódica conserven cierto aire de familia, tradicional.
Este sufijo se añade a los numerales latinos y griegos para formar los nombres
de los nuevos elementos y de los que se prevén.
0
= nil |
< Latin nihil
= nada, cero. |
|
1 = un |
< Latin unus
= uno. |
|
2 = bi |
< Latin bis
= dos veces. |
|
3 = tri |
< Latin tres
= trs |
|
4 = quad |
< Latin quattuor
= cuatro |
|
5 = pent |
< Griego pénte
= cinco |
|
6 = hex |
< Griego héx
= six |
|
7 = sept |
< Latin septem = siete |
|
8 = oct |
< Latin octo = ocho |
|
9 = en |
< Griego ennéa
= nueve... |
|
Por ejemplo, el elemento 111 se llama unununio ,
el 112 unumbio, con sus correspondientes símbolos Uuu, Uub,
etc. Los elementos 113 y 115 a 118 no se conocen aún, aunque sí isótopos del
114, 116 y 118.Se supone que los habrá estables por encima del 114, y se están
buscando del 112 al 115. Así pues, la
tabla periódica seguirá estimulando como en el pasado la obtención de nuevos
compuestos. Las predicciones de los elementos del 110 al 118 nos hacen pensar
que serán radiactivos, pero estables. Del elemento 118 se espera que sea un gas
noble…
Bibliografía.
-
Quintana Cabanas, J. M. Raíces griegas
del castellano científico y médico. Dykinson. Madrid 1987.
-
Mateos Muñoz, A. Etimologías latinas del
español. Esfinge. Mejico. 1983.
-
Mateos Muñoz, A. Etimologías griegas del
español. Esfinge. Mejico. 1982.
-
Corominas, J. Dicionario crítico
etimológico castellano e hispánico. Gredos. Madrid 1973.(existe edición
breviada)
- Asimov, I. Breve historia de la Química.Alianza Editorial. Madrid. 1975
La
tabla en la red.-
En castellano.
Muy completa, con
todo tipo de información sobre cada elemento (excepto su etimología),
agrupaciones por criterios diversos, actividades en tres niveles de dificultad,
links de todo tipo, incluso elemento por elemento (todos a páginas en
inglés) y (escueta) bibliografía:
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http://le-village.ifrance.com/okapi/tabla_periodica1.htm
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incompletas. Incluye dos interesanter artículos sobre los últimos elementos de
la tabla:
http://www.uv.es/~jaguilar/curioso.html
Gatolinio,
golframio, destroncio y otros elementos en una tabla periódica divertidamente
alternativa:
http://www.uv.es/~jaguilar/tablaper.gif
Aunque no está
terminada, ofrece de manera amena información muy interesante y variada sobre loe elmentos y la química en general,
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estudiantes, en castellano:
http://ciencianet.com/tabla.html
Tabla periódica
interactiva, con etimologías (algún error) y
principales datos técnicos:
http://www.valinet.org/jpc/sp2002/index1.html
Semejante a la
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una reseña histórica sobre la
evolución de la tabla periódica:
http://www.cenamec.org.ve/quimica/Tabla/index.html
En inglés.
Página de la unión
Internacional de Química Pura y Aplicada.
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http://chimie.cegep-st-laurent.qc.ca/tp.html
Antonio
Sánchez Rodríguez . (antoniospyros@hotmail.com)
IES “CAMPANILLAS”.
25 de marzo de 2002
Este
artículo fue publicado en el nº 5 de la
revista Spin Cero.