[2.6.9] <...> Tenía, ciertamente, un aspecto intimidante y una voz áspera y castigaba con dureza e incluso con ira a veces, hasta llegar a arrepentirse en alguna ocasión, [2.6.10] Y castigaba por convicción, pues pensaba que de un ejército sin disciplina no se saca ningún provecho, e incluso decían que él afirmaba que el soldado debía temer más a su superior que a los enemigos.<...> |
||
Jenofonte Anábasis II 6, 9 -10 |
||